segundos después del café






Hubiese sido más fácil si...
me hubiera permitido odiar, sentir ese enojo visceral (no contra mi), si hubiera llamado por el nombre a ese continuo pensamiento pesado disfrazado de amor, si lo hubiera dejado salir. Sí hubiera dejado de pretender que no podía enojarme, como siempre bloqueando las "emociones indeseables", pero como no sentirlas, cómo sanar si se bloquea lo que es, y se le disfraza de conejo a la laguna de mierda que dejaste a mi alrededor. Hubiese... siempre con nostalgia. Identifique el miedo al enojo, me libre de la pasividad, de la eterna cara sonriente, no para dejar de sonreír sino para darle espacio a las demás expresiones, no se puede vivir con una fotografía por siempre. No lo hice hasta entonces, entre mis actitudes deplorables estaba el enojo (traumas de niña-quizá de adolecencia), pero resulta que no se es adolescente para siempre y que el estado mental de ir y venir no es cosa de edad, es cosa de la vida... Sí lo odie, pero no hay que tomarlo personal, odie todo lo que representaba, todo lo que me limite, todo lo que reprimí... Sí, odie... quería destruir el cuadro imaginario en el que es más fácil estar, y lo hice, pero no evito crear nuevos... me gusta pintar, ver nacer lunas,me gusta florecer en el barrial... Sí, odie lo que fui, lo que creaste en mi, solo para liberarme. Porque no se sana sin sinceridad. Y ahora que lo admito, es fácil ver mi herida infantil... de ahí viene el rencor, no? de golpes que recibimos cuando estamos indefensos. Pero ya no duele, ya no odio... siento levedad.

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