Portaretrato de un jardín interno

A través de los sueños, las nostalgias... A través de la tristeza esperanzada, estamos floreciendo. Nos volvemos colores, sentimos el todo, el nudo en la garganta no cede, ¿por qué habría de hacerlo?, si lo que nos acerca a la grandeza que significa ser frágiles es la sensación de no saber, de la soledad, del miedo, del amor a todo eso que evocamos antes de implorar por olvido. El nudo esta en todas partes, jugamos a desenredarlo, a hacer macrame de días, a tejerlos aún cuando nos salgan extraños, aún cuando lo olvidemos y por ellos después nos sintamos asfixiados, a decorarlos con piedras que nos darán arraigo a la tierra, piedras que a aveces se vuelven pesos (cada vez que olvidamos/dejamos significados lo que llevamos con ese cuerpo prefloreciente se transforma en toneladas).
Somos seres florecientes, aún cuando antes de aceptar que somos semillas, nos podemos las risas, los amores, las verdades, los instintos. Somos seres florecientes, somos "malezas" coloridas, resistencia en el asfalto, somos reflejos, somos luces, somos universos - ¿quién dijo que las estrellas no provienen de capullos?
Nos impulsamos al vuelo como polen, como el roció que se evapora de tus mejillas frías. Nos elevamos, nos combinamos/fusionamos y te encuentro en mi sonrisa al atardecer, y me recuerdas en el cielo, nos sentimos instantes/vidas en respiros, porque el amor no aguarda a espacios, porque el amor ya vive en nosotros, y ha pasado a expresarse en nuestro andar. 
Espirales de encuentros, encuentros espirales, no limitarnos en formas es nuestra más pura demostración de amor, de ese amor del que no nos cuentan, de ese que nos saca petalosnebulosas, abrazosamanecer, que no tiene cuerpo, edad, ni tiempo. Estamos floreciendo, y aún cuando no sintamos nuestro propio aroma, podemos vernos en la explosión-implosión-expansión del otro/otra. 

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