A vos...

Qué sin hablarte te pienso constantemente, qué sonrió con solo sentir el recuerdo de tu aroma haciéndole cosquillas a mi olfato. Sí, a vos que por cuestión de cercanía (y esas cuestiones que las reglas lingüísticas * sugieren) deje el usted de lado por lo menos al escribir, aún cuando lo tengo enraizado en mis vocablos. A vos, qué nunca te conté lo que sentía, porque soy un abismo arenoso cuando de sentimientos se trata, porque al intentar exteriorizar cualquier sensación se esparce en el viento, después de todo algo así pasa con las palabras una vez que son dichas, son ecos, ecos que quedan como huellitas en la grabadora mental que de vez en vez aparecen en los sueños. A vos, que lo que te escribía siempre te pareció una locura, una sopa de letras para marcianos, el resultado del uso de drogas fuertes... A vos, que aún cuando no me entendieras, me valía un pepino... por que no todo se dice con la voz. A vos, que en la ausencia te invoco en cada persona desconocida, esperando ver un rasgo familiar; a vos que sos el juego del que pasaría si, a vos que no me ánimo a llamar. A vos que aun me llenas de cosas lindas, que comparto con otros “vos”, esto de dar y recibir siempre me pareció magnífico, pero no había experimentado eso de seguir haciendo con lo recibido, algo así como reciclaje de lo aprendido para cuestiones del ahora. A vos que quedaste en muchas canciones, esquinas, películas, palabras... A vos que aveces/siempre (no soy buena cuantificando) apareces a través de mí... mis mejores deseos, mis abrazos eternos, mi amor incondicional (que tomo un nuevo significado desde este mundo), la alegría que emana todo aquello compartido. No más despedidas porque de aquí ninguno se va... y ya eso es demasiado sorprendente.

*aberrante

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