Des(ti)-tulado

Después de varias imágenes, heme aquí dispuesta a oscilar entre estallar o teclear silencios escondidos en frases. Me he sorprendido diciendo más en esos silencios que en largas charla, charlas como mi sombra de cada día, sagrada e intocable sombra que muere dos veces al día y renace sin chistar, mientras una no contabiliza sus nacimientos ni actos moribundos, solo los vive con intensidad, como la recta que chocará con nada, porque nada es lo que se es en ese instante, como si ese tren cronometrado fuese un estallido constante, estremecedor de nervios, de tristezas, de caos, cosmos, galaxias de ensimismamiento aborrecidas (post facto) , exorcismo de malvivencias, malas vibras, mal de estomago, mal de malteada.
Pero es que una se sorprende, se sorprende de cuanto se la cree, cuando posiblemente no signifique nada, o lo signifique todo, como se crea un juego de valoraciones, tal si fuese un intercambio de tiquetes en la tienda de los jueguitos electrónicos:

- ¿Tengo exceso de estrés? ¿Eso se intercambia?
- Le ofrezco un peluche
- Le regalo mis problemas
- Posiblemente sean tan inocuos como los míos
- ¿Se puede comparar?
- Sí les da valor, al ofrecerlos ya los ha colocado en la vitrina de lo intercambiable... Patéticamente intercambiable, ni siquiera debería considerarlo.
- ¿Ahora me habla de deberes?
- Bla bla bla
(Extracto de días como peste)

He vuelto a las andadas, nunca las deje, aleatoria ebullición... No es más que un espejismo.

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